Hace tiempo que la inteligencia artificial
abandonó el espectro de la ciencia ficción para colarse en nuestras vidas y,
aunque todavía en una fase muy inicial, está llamada a protagonizar una
revolución equiparable a la que generó Internet. Sus aplicaciones en múltiples
sectores como salud, finanzas, transporte o educación, entre otros han
provocado que la Unión Europea desarrolle sus propias Leyes de la Robótica.
La
Inteligencia Artificial (IA) es la combinación de algoritmos planteados con el
propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser
humano. Una tecnología que todavía nos resulta lejana y misteriosa, pero que
desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas. En
términos simples, inteligencia artificial (IA) se refiere a sistemas o máquinas
que imitan la inteligencia humana para realizar tareas y pueden mejorar
iterativa mente a partir de la información que recopilan.
La IA se manifiesta de
varias formas. Algunos ejemplos son: Los chatbots utilizan la IA para comprender
más rápido los problemas de los clientes y proporcionar respuestas más
eficientes Los asistentes inteligentes utilizan la IA para analizar información
crítica proveniente de grandes conjuntos de datos de texto libre para mejorar la
programación Los motores de recomendación pueden proporcionar recomendaciones
automatizadas para programas de TV según los hábitos de visualización de los
usuarios La IA trata mucho más sobre el proceso y la capacidad de pensamiento
superpoderado y el análisis de datos que sobre cualquier formato o función en
particular. Aunque la IA muestra imágenes de robots de aspecto humano de alto
funcionamiento que se apoderan del mundo, la IA no pretende reemplazar a los
humanos. Su objetivo es mejorar significativamente las capacidades y
contribuciones humanas. Eso la convierte en un activo empresarial muy valioso
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